¿Sinceramente queremos vivir tranquilos y sentirnos bien? ¿Qué podemos hacer para mejorar nuestro equilibrio emocional?
Está claro que regular las emociones no significa reprimirlas siempre, sin embargo, normalmente las manejamos y dosificamos para tener una mejor convivencia.
Desde la infancia aprendemos a analizar las situaciones y a regular nuestra conducta normalmente a través del modelado. Sin embargo, nuestros pensamientos son decisivos para la respuesta emocional que vamos a dar.
Asimismo, influyen también las expectativas que tenemos acerca de la situación que vamos a vivir y del comportamiento de las otras personas.
Por tanto, aspectos a tener en cuenta para lograr un mayor equilibrio emocional:
- Expectativas hacia la situación o hacia las personas. ¿Podemos elegir la situación a vivir? ¿Podemos mejorar la situación? ¿Podemos mirar a las otras personas de una forma más positiva? ¿Por qué tienen que responder a nuestros requerimientos o deseos?
- Dónde fijamos nuestra atención es fundamental, si focalizamos de forma positiva o negativa, si intentamos distraernos cuando algo nos enfurece… o, por el contrario, si rumiamos pensamientos que nos encolerizan cada vez más, será determinante en nuestras emociones, y, por tanto, en nuestra conducta.
- Reinterpretar cognitivamente la situación, evitando el primer impulso. Es muy útil ponerte en el lugar del otro, preguntarnos cómo se siente o si le habrá pasado algo para comportarse de esa manera.
- Utilizar una manera asertiva de expresar las emociones: comunicar las quejas en primera persona, sin culpar a los otros (me siento mal cuando…), entender que las cosas no siempre son como nosotros queremos y no dramatizar. Es importante que nuestra expresión emocional sea acorde al acontecimiento ocurrido.
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