LAS RABIETAS

La rabieta es un enfado muy grande y violento que se muestra con llantos, gritos, gestos o irritación muy visibles. Es una forma de expresar la frustración bastante común entre niños de 1 a 3 años, a veces se alarga en el tiempo hasta los 4 años. En estas edades el lenguaje todavía no les permite expresar sus emociones de forma eficaz.

Es importante enseñar a tu hijo unos límites claros que le ayuden a saber qué es lo adecuado, elogiarle cuando muestra un buen comportamiento, elegir las batallas a librar y entender cuando está cansado o se va a poner enfermo.

Conociendo a tu hijo, intenta evitarlas despistando al niño, solicitando ayuda cuando estás cansado a otro adulto, exigiendo a tu hijo aquello de lo que es capaz pero no aquello para lo que no está preparado…

Si las rabietas continúan a partir de los 5 años, es importante estar atentos porque los niños ya tienen una mayor capacidad de expresión a través del lenguaje. En estos momentos, hay que centrarse en la Inteligencia emocional y la comunicación en la familia, mostrando un buen modelo y estando disponible para tu hijo.

Si el niño sigue teniendo rabietas podemos pensar en que los límites que ponemos en la familia no están muy claros, que el niño tiene dificultades en la gestión emocional o que nos encontramos ante problemas de comportamiento.

¿Qué podemos hacer mientras dure la rabieta?

  • Permitir y legitimar la emoción de enfado, frustración y/o rabia.
  • Hay que recordar que el menor no tiene el control sobre su emoción ni sobre su conducta.
  • Aunque te gustaría que exprese la rabia de otra manera, quizá es la mejor o única manera que tiene de decirte que se siente frustrado.
  • A veces, lo único que podemos hacer es esperar (sin enfadarnos con el niño, que ya es mucho).
  • Asegúrate de que no se pueda hacer daño con nada ni que pueda herir a nadie.
  • En definitiva, acompaña y espera.

¿Y después de la rabieta?

  • Muéstrate cariñoso.
  • No te lo tomes como algo personal.
  • Pon nombre a la emoción que ha experimentado.
  • Puedes hablar sobre su conducta inapropiada, pero nunca su emoción o su persona.
  • Trata de ejercer de su corteza prefrontal (piensa por él y pon orden en su cerebro).
  • Conecta su cerebro racional con su cerebro emocional.
  • Llega a acuerdos sobre qué cosas se pueden hacer si en un futuro vuelve a ocurrir lo mismo o algo similar.
  • Refuérzale que ya tiene el control sobre su conducta, antes no lo tenía.
  • Dale una narrativa adecuada y que le ayude a sentir que puede tomar el control la próxima vez.

No podemos ignorar comportamientos como golpear, dar patadas, morder, tirar cosas. Es necesario aplicar una política de tolerancia cero hacia estas conductas.

Algunos recursos que te pueden ayudar:

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