AUTOCONCIENCIA, EMPATÍA Y PENSAMIENTO SISTÉMICO

Leyendo a Daniel Goleman, que siempre es una buena inspiración, me encuentro con reflexiones sobre educación actualmente novedosas pero que me llevan a ideas nucleares del principio de mi carrera.

En el libro «Triple Focus», que recomiendo su lectura, nos muestra un trabajo específico en la escuela. Junto con Peter M. Senge, aportan a la comunidad educativa tres conjuntos de habilidades básicas: la «autoconciencia» o enfoque en uno mismo, la «empatía» o comprensión de otras personas, y el «pensamiento sistémico» o comprensión del mundo que nos rodea.

triple focus

Plantea que la comprensión e integración de estos conceptos, convierte a los estudiantes en personas más felices, más tranquilos y más maduros, que pueden alcanzar un mayor éxito en sus vidas y aportar una mejor contribución a la sociedad.

En la actualidad bastantes escuelas de todo el mundo están siguiendo un programa denominado SEL, es un programa de Aprendizaje Social y Emocional que nació de la colaboración entre la Universidad de Yale y la ciudad de New Haven, como respuesta a dificultades en el desarrollo de los jóvenes de dicha ciudad.

Con el tiempo, el programa se ha convertido en un movimiento global, que ayuda a nuestros niños y jóvenes a vivir en un mundo acelerado, lleno de distracciones y en el que peligran valores como el compromiso social.

Las capacidades esenciales a desarrollar son la conciencia de uno mismo, autogestión, empatía, habilidad social y toma de buenas decisiones.

Por supuesto, aunque nosotros denominamos a nuestros programas «Inteligencia emocional», estamos hablando de lo mismo. Y… aunque es un movimiento global, encontramos programas bien estructurados solo en unas pocas escuelas, porque reflexionar sobre los problemas que han tenido los niños en el recreo no es suficiente.

El desarrollo de dichas capacidades necesita planificación, sistematización, formación, herramientas y tiempo para que se pueda llevar a acabo a diario en la escuela.

La conciencia de uno mismo, dirigir la atención a nuestro mundo interior de pensamientos y sentimientos, es el primer paso para conocernos y conducirnos con éxito. Es una capacidad que tiene también una dimensión ética, con la que podemos armonizar con lo que de verdad nos importa.

El buen trabajo requiere entusiasmo, ética y excelencia, dice Goleman.

El cerebro se moldea y madura a lo largo de la vida a través de experiencias, y no alcanza su forma definitiva hasta los veintiún años. Las redes neuronales se van reforzando a través de dichas experiencias, pero los estudios ponen de manifiesto que nuestro cerebro divaga en torno al 50 por ciento del tiempo de promedio. Por dicha razón, es muy importante ayudar a los niños a ejercitar los circuitos adecuados en el momento adecuado. Centrarse en el conocimiento y control de uno mismo, nos lleva a la corteza prefrontal, que a su vez es donde tenemos los circuitos sociales cerebrales.

Por tanto, el entrenamiento en atención es vital. Hay muchas técnicas que nos llevan a ello: entrenamiento en respiración, mindfulness, yoga, distintos programas de conciencia…mindfulness

La atención es la herramienta fundamental para aprender. La capacidad específica para mantener la atención donde uno requiere se llama «control cognitivo». Los circuitos del control cognitivo recorren la corteza prefrontal, que actúa a modo de centro ejecutivo de la mente.

Respecto a la empatía ya he reflexionado en post anteriores. Goleman nos habla de tres clases de empatía que implican a distintos circuitos cerebrales:

  • La empatía cognitiva: entender cómo ven el mundo y qué piensan de él las demás personas.
  • La empatía emocional, un enlace cerebro a cerebro, que permite percibir lo que siente la otra persona.
  • La preocupación empática, que lleva de forma natural a la acción empática.

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Además, todos tenemos claro, que el mejor aprendizaje se produce en una atmósfera afectuosa, de apoyo, donde nos encontremos seguros y aceptados. El profesor es, con su actitud, quien inspira dicho ambiente y fomenta la amabilidad y preocupación de unos por otros. Es el modelo emocional para los alumnos tanto dentro del aula como extendiéndolo a la escuela completa.

Respecto al entrenamiento en toma de buenas decisiones, se apoya en la conciencia de uno mismo, el autocontrol, la empatía y las habilidades sociales. Es aquello que familia y escuela se proponen como fin último de la educación de los jóvenes y hacia donde caminan los programas que estamos comentando.

Actualmente, la tecnología aporta muchas ventajas a la educación, entre ellas, proporcionar más tiempo a los profesores para centrarse en los tres enfoques de conciencia de uno mismo, atención a los otros y comprensión de los sistemas de los que formamos parte. Sin embargo, es importante ser conscientes de que niños y jóvenes pasar en la actualidad demasiado tiempo delante de una pantalla.

En las situaciones online, el cerebro tiene problemas porque los circuitos neurológicos sociales y emocionales están diseñados para la interacción cara a cara. Para mejorar dicha comunicación, tendríamos que hacer una pausa antes de enviar un mensaje para pensar cómo lo va a recibir la persona a quien nos dirigimos.

Por otro lado, las aportaciones del modelo sistémico a la educación son muy interesantes.

En el mundo de los sistemas sociales, el conocimiento de los problemas complejos se frustra debido a una segunda capa de complejidad: la presencia de personas y grupos distintos que en realidad ven el mundo desde ópticas diferentes. Esta complejidad social siempre aparece junto a la complejidad dinámica; lo que supone un reto para nuestro desarrollo tanto emocional como cognitivo.

 Peter M. Senge

Debemos tener en cuenta que siempre estamos actuando dentro de sistemas sociales y biológicos más amplios. La comprensión sistémica nos lleva a analizar las dinámicas de cuando hago esto, la consecuencia es esta y cómo podemos utilizar estas percepciones para mejorar el sistema.

De tal manera, que la capacidad de preocuparnos por los demás y la conciencia sistémica, se basan en una ética de ser consciente de las consecuencias de nuestras acciones.

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Además, el pensamiento sistémico transforma la cultura de la escuela y la práctica educativa. No podemos enseñar a los niños algo que para ellos no tenga sentido, que no esté conectado con su vida. Las cosas que de verdad les importan son el acoso escolar, los amigos, llevarse bien con los demás…

Nos requiere trabajar y aprender juntos, centrarnos en la acción y el pensamiento, respetar el proceso de cada alumno, permitirles construir modelos para la comprensión y solución de problemas, así como compartirlos con los demás; siendo los profesores quienes diseñan y facilitan los programas, por tanto, es necesario ser grandes conocedores de los contenidos y estar en contínuo reciclaje.

Y…, por supuesto, es imprescindible involucrar a los padres todo lo posible:

Entre el aula y el hogar hay un flujo natural en doble sentido.

De este modo lo que los chicos aprenden en la escuela se ve reforzado y respaldado por la familia: las personas más importantes para ellos.

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