Gestionar las emociones, desarrollar la empatía para entrar en sintonía con lo que siente la otra persona y poner todo eso en común para tener relaciones efectivas y saludables son los cuatro aspectos de la Inteligencia emocional.
Daniel Goleman
Ya es una realidad cómo la Inteligencia emocional ayuda a los alumnos, a las escuelas, a las empresas y a muchos trabajadores en general. Hay estudios que asocian las sesiones de Inteligencia emocional con la mejora del comportamiento y el rendimiento en la escuela.
Si los niños practican la concentración tan solo 5 minutos diarios, irán poquito a poco hacia la calma, se mantendrán más tranquilos y aprenderán con más facilidad, ya que tiene un efecto acumulativo. Los mismos circuitos del cerebro que te permiten concentrar tu atención son los que te ayudan a ignorar las emociones perturbadoras. Cuanto más fortalezcas esas conexiones neuronales, mejor aprenderás a controlar la ansiedad y el estrés.
Resulta muy interesante bajar los niveles de estrés realizando «gimnasia emocional», que consiste en poner en práctica diariamente algunos de los principios y actividades de la educación emocional: la relajación, respiración consciente, meditación, mindfulness, fluir en lo que se está haciendo…

La ansiedad y el estrés son la epidemia del siglo XXI, si estamos enfadados o ansiosos, esto estrecha la cantidad de atención que podemos prestar cuando pensamos, disminuye la calidad del pensamiento, la capacidad de aprendizaje y trabajo. Si estamos calmados aumenta.
Con la revolución tecnológica y los nuevos trabajos del futuro seguirá siendo una parte esencial la Inteligencia emocional, quizá la más importante cuando la gente trabaja en equipo y debe aportar creatividad.